(Dis)continuidades

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En su tercera exposición individual en Espacio Marzana, Naia del Castillo presenta un trabajo que muestra pocas continuidades con su obra anterior. Al menos, en apariencia. Las previas eran principalmente muestras de fotografías y en ellas había a menudo una presencia central (e inquietante) del cuerpo de una modelo. Ahora, en cambio, su obra parece despersonalizarse y desprenderse de elementos más performativos y narrativos. Sorprende con potentes piezas tridimensionales de contornos geométricos y colores vivos. Si nos fijáramos en la obra de pared, habría incluso que advertir una insospechada deuda con el minimal, frente a vínculos anteriores, más o menos explícitos, con la tradición surrealista en torno al cuerpo. Al modo de las piezas verticales de Donald Judd, encontramos una serie de elementos fijados en el muro a intervalos regulares: hay repetición de color y forma, una escala levemente sobrehumana, hay la idea de serie potencialmente infinita y el aspecto industrial. Este último viene dado en buena medida por el uso del material, la parafina, con que obtiene contundencia, contornos muy definidos y un potente colorido.

Todo se hallaría convenientemente etiquetado si pudiéramos contentarnos con la referencia minimal y sentenciar una nueva etapa de exploración formal (incluso formalista) en la obra de Naia del castillo. Pero: está la lengua. El fondo de la galería convertido en un inusitado cubículo exhibe en su centro una gran lengua, de textura carnosa y color rosado. Una lengua. De parafina, sí, y de un tamaño enorme, pero una lengua indudable. Resulta imposible casar esta pieza con los ecos minimalistas y geometrizantes con que bien puede despacharse la obra en pared. Es como si la artista buscara defenderse de ese posible reduccionismo con un lengüetazo imposible de escamotear. “What you see is what you see”, enunciaba célebremente Frank Stella. Pero el lengüetazo de Naia del Castillo, en cambio, solo cabe interpretarlo como un enfático statement meta-semántico al puro estilo Magritte: “lo que ves no es lo que ves” o “esto no es una lengua”. De golpe, se reintroduce la figuración, el cuerpo y -por qué no- la narración inquietante y hay que mirarlo todo con ojos nuevos: la pieza en pared no era un ejercicio de pura geometría, porque las protuberancias de los elementos repetidos que la componen reproducen la cabeza de un maniquí; el material tampoco era tan neutro como parecía. La parafina es un derivado de los hidrocarburos que da un barato sustituto a la cera de abeja; constituye hoy el principal material de las velas, por ejemplo. Como la natural, esta cera artificial permite producir elementos tridimensionales con facilidad a través del moldeado. Esta característica se usó desde antiguo, por ejemplo, para conservar un vaciado del rostro en el momento mismo de la muerte ( las maiorum imagines romanas) o bien para reproducir partes de cuerpo en algunos casos notorios ( conocemos, así, las manos de Chopin). Los modernos museos de cera, repletos de copias de personajes históricos y celebrities, no son sino secularización de los céreos cuerpos reconstruidos de mártires que custodia la iglesia en gran número. De la veneración al divertimento, la cera conjuga una antigua relación con el cuerpo que exhibe las marcas de la muerte. En pedazos de cera dejaban a menudo su huella los ectoplasmas convocados a una sesión de espiritismo y de cera se siguen fabricando los exvotos que aún queman los peregrinos enfermos en Fátima: piernas, pechos, ojos, intestinos de cera. Acariciamos aquí los oscuros fetiches corpóreos del surrealismo, que acogen como propia la sutil referencia de Naia del Castillo a la cabeza de un maniquí. No hay, entonces, tan escasa continuidad con su obra anterior como decíamos al principio. De hecho, debemos ver en la cera el mas antiguo medio de reproducción aplicado al cuerpo, lo que permite a la artista explorar las mismas tensiones entre singularidad y serie, o carne y representación, que antes urdía en torno a la fotografía. Antes que un bandazo en su trayectoria, la muestra encarna una notable capacidad para aunar la lealtad a sus inquietudes más asentadas con el reto de nuevos formatos.
* Periódico Bilbao. Febrero 2023.

Jaime Cuenca 
Anestesia
Espacio Marzana. 2023




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